Casa en La Moraleja de Madrid, de Miguel Fisac



Fue a principios de los setenta cuando el ingeniero Pascual de Juan Zurita encargó una casa en un encinar cercano al aeropuerto de Barajas. Para su diseño eligió al arquitecto Miguel Fisac, quien, por entonces, era célebre por sus numerosas patentes, por sus más de cien artículos periodísticos y sus innumerables conferencias; además de haber construido ya la mayor parte de su inmensa obra.
A pesar de la modestia del encargo, el cliente consiguió ilusionar al prestigioso arquitecto. Fisac aceptó con el compromiso de respetar el máximo número de encinas, además de aprovechar la ocasión para investigar con sus invenciones y con el conocimiento que este ingeniero tenía sobre el hormigón.

La construcción del arquitecto
Es difícil entender la enérgica expresión de la obra de Fisac sin referirse a su vida. En este sentido, resulta paradójico que innumerables textos escritos a raíz de otorgarle el Premio Nacional de Arquitectura a finales del año pasado, o como ya sucedió cuando recibió la Medalla de Oro de la Arquitectura en 1994, no hiciesen referencia a la estrecha relación que existe entre la evolución de su obra y la de su persona.
En efecto, desde muy joven, Miguel Fisac emprendió una incesante búsqueda de referencias personales. Conjugó sus estudios de arquitectura, que fueron interrumpidos por la Guerra Civil, con una profunda indagación espiritual cristiana. En esos momentos la arquitectura estaba principalmente planteada como una cuestión de estilos monumentales añorados del Imperio Español. Cuando, en 1942, Fisac se graduó por la Escuela de Madrid como él mismo nos relata: «como sólo salimos diez, había muchas cosas por hacer. Un mes después me encargaron algo y enseguida me tiré a la piscina sin tiempo para pensar demasiado».Ya desde su primera obra, la transformación de un salón de actos del CESIC en una capilla dedicada al Espíritu Santo, Fisac empezó su indagación experimental. Muy pronto ganó experiencia a través de su gran producción, con una puesta en práctica de innumerables invenciones "porque no había nada": desde el ladrillo Fisac, su primera patente de 1951, que consistía en un ladrillo que ocultaba la llaga a modo de chilla de madera para lograr estanqueidad y aislamiento, a sus sistemas de ventanas, los “huesos” de hormigón, los soportes de lámparas y muebles, o los encofrados flexibles realizados con plásticos y cuerdas, que dan al hormigón un aspecto mullido.
Los años 50 fueron un periodo de intensa actividad en el que llegó a revolucionar en el aspecto de las iglesias españolas, hasta que, en 1955, rompió con el Opus Dei. Ese mismo año Fisac comenzó su viaje en solitario alrededor del mundo. Como si se tratase de una nueva búsqueda de referencias visitó numerosas obras de arquitectura. Decepcionado con la visión purista de la arquitectura del Movimiento Moderno, que Fisac criticó por ser un "racionalismo inhumano", fue en ese viaje cuando descubrió la obra de Asplund y la arquitectura japonesa.
A través de la continua construcción de sí mismo Fisac ha llegado a formular una metodología de cómo comenzar un proyecto. Con las preguntas: ¿Para qué?, ¿Dónde? y ¿Cómo?, además de un "No sé qué", comienza una serie de reflexiones que deben contestar a todas esas cuestiones para lograr una obra de arquitectura.

Itinerario mental para la realización del Proyecto
¿Para qué? El programa consistía en una vivienda para un matrimonio con siete hijos y la madre de D. Pascual.
¿Dónde? Antes de comenzar Fisac a dibujar o a determinar los materiales de construcción de la vivienda en La Moraleja, era importante contemplar el encinar de 2.600m2 que también, por entonces, estaba caracterizado por un denso tráfico de los aviones que despegaban de Barajas y cruzaban ruidosamente sobre la parcela.
¿Cómo? Fisac proyectó la planta de la casa siguiendo unas líneas irregulares que respetaban dos hermosas encinas. Desde un vestíbulo de entrada se accede a un gran espacio común, sin compartimentación alguna pero organizado por la suave inflexión de la fachada. Está formado por un estar, y una zona con chimenea para conversar y escuchar música, con vistas al sur. En el otro extremo, con vistas al norte, al Guadarrama, se dispone una zona de juego de bridge y un comedor. Éste comunica directamente con el núcleo de cocina, cuarto de plancha, dormitorio y patio del servicio, que tiene una entrada independiente y sirve de tendedero. La intimidad del despacho y de los dormitorios de la familia se logra por medio de un patio cubierto. Se aprovecha además la inclinación del lugar para crear el acceso al sótano a nivel del terreno y allí se dispone el garaje, la estancia del chofer, la zona de juego de niños y los vestuarios de la piscina.
Para acotar todos estos espacios, Fisac desarrolló una de sus invenciones en lo que respecta a las cualidades moldeables del hormigón. En la casa de La Moraleja, el hormigón blanco fue vertido en moldes flexibles de plástico para transmitir las cualidades de la pasta y el peso del hormigón, dejando su apariencia táctil blanda y esponjosa. Estos paneles de hormigón fueron además diseñados para recibir el doble acristalamiento de las ventanas que, sujetos con perfiles de neopreno, los hacen herméticos al ruido de la aviación.
...Y un no sé qué. A pesar de las obras de reconstrucción tras el incendio de la vivienda en 1997, y de la reciente reforma que los nuevos inquilinos han realizado sin consultar con el arquitecto, la casa mantiene la fuerza de las cualidades plásticas del hormigón y de la solución técnica de insonorización. Sobre los testeros y las aperturas de cedro, y sobre los muros de hormigón blanco, con sus formas y texturas que cambian con el sol, se recortan los tonos verdes y marrones de las encinas. Y es que, para el disfrute de una familia, Miguel Fisac proyectó "un trozo de aire humanizado".

Pie de fotos:
a. Miguel Fisac (1913-2006), Medalla de Oro de la Arquitectura (1994) y Premio Nacional de Arquitectura (2003). Durante la elaboración del presente artículo, visitamos al arquitecto en varias ocasiones en su casa del Cerro del Aire. Durante aquellas entrevistas, a su edad de 90 años pero con una lucidez impresionante, Fisac nos explicó esta obra poniéndola en contexto a través de su biografía.
b. El exterior de la casa se ha recubierto con unas piezas prefabricadas en moldes flexibles, de hormigón blanco, según patente del autor, y con aperturas de ventilación y testeros acabados en madera de cedro.
c. Planta baja de la casa en La Moraleja (1973).
d. Las soluciones técnicas han generado la solución formal de la vivienda.
e+f. El aspecto almohadillado del hormigón es una posibilidad única que ofrece este material: "Cuando el hormigón no tenga nada que le moleste, ¿qué forma tomará? Es el único material que se echa blando en un molde. Pues que quede un poco la huella de que aquello ha sido blando."