Casita para un Kolonihaven, de Enric Miralles





En 1996 le fue encargado al arquitecto barcelonés Enric Miralles diseñar una casita de madera en un huerto cercano a Copenhague. El proyecto lo elaboró con su mujer, la arquitecta Benedetta Tagliabue, y el resultado fue una casa que vino a reflejar la vida de una familia.
Aunque la muerte por cáncer no permitió al joven arquitecto realizar la casa, el pasado mes de septiembre, una construcción de la casita fue instalada en el Parque Diagonal Mar de Barcelona, entre unas pérgolas llenas de pájaros, tal y como las proyectó Miralles.

Construyendo el tiempo
Aún pervive en Dinamarca la antigua tradición de construir diminutas casas como "cabinas" en los huertos situados a las afueras de las ciudades. Estas agrupaciones de casitas se llaman Kolonihaven y su única función consiste en resguardar a sus dueños del frío y de la lluvia cuando éstos pasan el tiempo en la naturaleza. La nueva Kolonihaven cerca de Copenhague agrupa casitas muy diversas entre cerezos. Son las obras de catorce arquitectos de prestigio que fueron invitados a construir los distintos refugios con la única condición de no superar los 6 m2 de superficie.
La pareja Miralles y Tagliabue generaron su proyecto arrancando de su interés en recoger el paso del tiempo. Desde ese punto de partida, explicaron los arquitectos, "la casa se convierte en un calendario". Es un lugar para sentir transcurrir el tiempo mirando a la naturaleza, mientras los niños juegan y los padres hablan alrededor de una mesa. Además de los dibujos y maquetas, la pareja de arquitectos ilustró sus explicaciones mediante un almanaque alemán que muestra las flores de los diferentes meses del año, con sus periodos de floración: chicoria en las mañanas de febrero, nenúfares en las de junio, caléndulas durante los días de septiembre y claveles abiertos durante todo diciembre.
También se graba el paso del tiempo al dibujar la planta de la casita. Enric y Benedetta dieron a su hija pequeña una silla en miniatura y la niña empezó a jugar con ella moviéndola y sirviéndose de ella para dar sus primeros pasos. Como si se tratase de dibujar estos movimientos en el suelo, los padres generaron el plano de la casa. Desde sus límites nace una estructura de madera que conforma los volúmenes que envuelven, exactamente como lo hace un vestido, tanto a los movimientos de la niña con su silla como a los adultos sentados a la mesa. En este punto, los arquitectos extrajeron del libro de Le Corbusier, El Modulor 2, el dibujito donde una niña pide a un adulto jugar con ella, invitándolo a entrar a través de una pequeña puerta al mundo de su tamaño: "P'pa, viens joues chez moi!..." De aquí que la casa varíe en altura. Tiene un techo muy bajo en la habitación de los niños, que se eleva en la zona de estar de los adultos. Esta variación de escala conlleva dos entradas a la casa, siendo una de ellas una puerta en miniatura para la niña. Por lo tanto, la casa, vista a través de su sección, insiste en la captura del paso del tiempo; la casita crece con el habitante, desde su niñez hasta hacerse adulto.
El tema central de este tipo de refugios diminutos es el transcurrir de la vida. Su función es precisamente ésa, y no mucho más. Así, si es cierto el dicho de que un arquitecto se mide al proyectar una vivienda; a ese mismo arquitecto se le podría medir como persona al proyectar una casita para un Kolonihaven. Éste es el tipo de proyecto en el que, en realidad, al arquitecto se le encarga describir cómo ve pasar la vida.

Quizás por esta razón, Enric Miralles incluyó a su hija en el desarrollo de la casita en Kolonihaven. La reconoció como contribuyente y escribió su nombre en el largo listado de los miembros colaboradores del proyecto. Fue una confusión de la vida privada con la profesional, algo que Enric siempre hizo.

Pie de fotos.
A-Enric Miralles (1955-2000) y Benedetta Tagliabue (n. 1963), arquitectos fundadores de EMBT. (Fotógrafo: Giovanni Zanzi)
-Una niñita dando sus primeros pasos con la ayuda de una silla en miniatura.
-La casa era como un vestido que envuelve los movimientos de los padres y también los de una niña.
-Construida para la exposición "Cases Impropies" (MACBA, 2001), la casita puede ahora disfrutarse en el Parque Diagonal Mar. (Fotógrafo: Alex Gaultier)