Casas en el Barrio de San Matías (Granada), de Juan Domingo Santos



Para realizar la arquitectura del intervenir acordando se exige “un conocimiento exhaustivo de la vida del vecino y sus pertenencias, adentrarse en su mundo privado”.

Este trabajo se inició en 1989 y no tiene final. Partió con el interés municipal de regenerar un abigarrado barrio del centro de Granada dedicado a la prostitución, cuando Juan Domingo Santos recibió el encargo puntual de renovar una de las antiguas casas de trato. Tras observar los principios básicos de la vida en comunidad, el arquitecto trató de hacer el proyecto a partir de los intereses entre vecinos. A través del trueque de parte de sus viviendas, se estableció un juego que les permitiría a todos disfrutar de espacios deseados.

Vivir en Comunidad
Las casas del barrio de San Matías se conocen por los nombres o los motes de los defectos físicos de las prostitutas que lo habitan (la Carmela de los Muertos, la Pepinica, la Cabezona,...). De tal manera que Domingo Santos fue encargado de trabajar sobre la pequeña casa patio de “la Coja”, en la estrecha Calle Álvarez de Castro, poco más de un metro de ancho, y medianera a “la Remedios”, a “la Carmela de los Muertos” y a la casa de un sastre.
Si somos capaces de pedir a los vecinos una taza de azúcar o de sal, o que nos rieguen las plantas y recojan el correo cuando estamos de vacaciones, Domingo Santos se pregunta ¿por qué no dar un paso más y pedir, con esa misma naturalidad, que nos presten parte de su salón o algún otro espacio que no estén utilizando pero que nos sea necesario? Históricamente hablando, frente a la habitual idea de pensar la vivienda como una entidad cerrada y aislada, la ciudad medieval ha ofrecido la posibilidad de ampliar y ajustar sus casas a las necesidades de los habitantes. Pedir permiso para acceder a nuestra casa a través de su patio o compartir el tendal fue el juego de intercambio propuesto por el arquitecto y fue recibido con gran entusiasmo por parte de los vecinos. Ellos elaboraron una lista de lo que anhelaban y, a cambio, lo que tenían para ofrecer. La base para esta negociación fue el intercambio de espacios y elementos arquitectónicos sin compensación económica en la permuta; todo ello asesorado por el arquitecto y abogados. El resultado es una construcción acordada que promueve el sentido de colectividad y genera comportamientos tradicionales. En palabras de Domingo Santos: “podría construirse hacia arriba y hacia abajo, a la derecha e izquierda. Cualquier movimiento es posible con tal de que exista el acuerdo.”

Los acuerdos de las casas
En una carta escrita para Historias de Casas, Juan Domingo Santos nos describe minuciosamente el intrincado proceso de intercambios: “La casa de la Coja, que es el detonante de todo este proceso, tenía una pequeña construcción que carecía de patio. Medianera ella, la casa de la Remedios poseía un hermoso patio del XIX, con columnas de piedra, deambulatorio perimetral y vigas de madera. Para ver cumplido el sueño de poseer un patio de este tipo, la coja propuso a la Remedios incorporar el patio a su casa, de manera que pudiera utilizarse como un paso o servidumbre a su favor. A cambio, la Coja construiría en su nueva casa un zaguán alineado con el patio de la Remedios, de manera que al unirse podrían conectar dos calles que bordean la manzana sin más que atravesar este espacio zaguán-patio. La solución era interesante para las dos ya que hacía permeable una zona que hasta ahora había sido muy abigarrada y de difícil acceso. Otro acuerdo al que llegaron fue unir las plantas primera de cada una de las propiedades (muy pequeñas) para obtener así una superficie mayor que pudiera ser alquilada y obtener de este modo una renta que por separado no habría sido posible. Los beneficios de esa copropiedad se repartían dependiendo de la participación de cada una de ellas. Más tarde, la Carmela de los Muertos viendo el éxito económico y la rentabilidad que suponían estas conexiones para las casas (que ampliaban notablemente su superficie a través del patio), decidió participar en el intercambio y propuso la cesión de su patio para que formara parte del recorrido, conectando en este caso con una plaza a la que daba fachada. El resultado era muy curioso porque la ciudad además del movimiento por las calles poseía un movimiento interno a través de patios de propiedades distintas y, aunque eran privados, al estar siempre las puertas abiertas, cualquier transeúnte podría hacer uso de ellos. Para incorporarse a esta permuta, la Coja cedió parte de su cubierta como mirador a la Catedral en favor de la Carmela de los Muertos, y ésta a su vez liberó una habitación con vistas a la plaza a favor de la Coja. El resultado de toda esta permuta permitió que la Coja, que originalmente tenía una casa pequeña, entre medianeras y con un pequeño patio sin interés pero con unas magníficas vistas sobre la catedral, pudiera finalmente participar de un patio tradicional granadino del XIX y de una habitación con vistas a una plaza, así como ventanas sobre patios que no eran de su propiedad. La Remedios, en todo este asunto, quedaba favorecida porque mejoraba la accesibilidad a su patio hasta ahora muy desconexo, y porque obtenía un cambio de propiedad con la Carmela de los Muertos en una casa vecina pero más próxima al centro, que es lo que andaba buscando.
Todo este juego de permutas y cesiones ha quedado roto parcialmente porque el Ayuntamiento de Granada ha comprado la casa de la Carmela de los Muertos para alojar provisionalmente unas oficinas técnicas. Como esta ocupación será temporal, la Coja, la Remedios y yo estamos a la espera de su desalojo para reiniciar todo este lío. Por desgracia, la Carmela de los Muertos, paradojas de la vida, fue asesinada por un cliente y ya se verá quién es el nuevo propietario que intentaremos que forme parte del juego.”
Éste es un proyecto extraordinario que surgió a partir de situaciones cotidianas. Sin duda alguna, la negociación, como concepto, ya es un material de construcción arquitectónica tan firme como lo fueron las medidas del Existenzminimum. Con ella se producen nuevas arquitecturas más sensibles con sus habitantes, y que se alejan de aquellas posturas arrogantes que tanto han distanciado a la sociedad de la arquitectura. De hecho, como nos confirma Juan Domingo Santos, las expectativas del barrio de San Matías han desencadenado la compra de numerosas casas de trato, y el cambio de perfil en sus habitantes ha comenzado a sentirse en los últimos años.

Pie de fotos:
a. Juan Domingo Santos (n. 1961) arquitecto.
b. El proyecto de estas casas entre medianeras aceptaron el presente y las contradicciones de la realidad como puntos de partida.
c. Los elementos de intercambio a lo largo de los últimos 15 años han sido los patios, una habitación con ventanas a una plaza, las vistas desde una terraza a la catedral y la apertura de ventanas sobre patios privados.
d. La casa de la Coja se ha realizado teniendo en cuenta los intereses entre vecinos y la interpretación de la casa patio tradicional del barrio. Por eso la luz es tan importante y crea cambios espaciales en el transcurso a través de la luz de sol y luna.
e. Los espacios se han resuelto sin divisiones interiores para que se pueda seguir produciendo ocupaciones o invasiones de las casas medianeras.
f. Todas las plantas son libres, con la escalera en una de las esquinas, como las casas patio tradicionales de la zona.